La música en la masonería: silencio, belleza y compromiso interior
«Brenno Ambrosini, cuando la música y la belleza explican lo que somos, episodio 13»
Aportado por Redacción
En el episodio 13 de Entre columnas, Silvia y Antonio conversan con el pianista, profesor y actual Serenísimo Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), Brenno Ambrosini. A lo largo de esta conversación íntima y profunda, los tres exploran cómo la música en la masonería no es un simple adorno ritual, sino una vía de conexión con lo sagrado, lo humano y lo colectivo.
Ambrosini, concertista internacional con una trayectoria reconocida, habla aquí desde la emoción, la humildad y la vivencia masónica. Lo que se revela en sus palabras no es solo una vocación artística, sino también una mirada ética sobre el arte de vivir y sentir con los demás.
La música como ritual: una sensibilidad masónica
Desde el inicio, queda claro que la música en la masonería es más que una herramienta estética. Silvia recuerda cómo ciertas piezas han marcado tenidas importantes, creando atmósferas propicias para la introspección, el recogimiento o la celebración. Brenno lo confirma: “La música toca algo que el lenguaje no alcanza”.
En logia, los silencios, los acordes, los timbres tienen un papel simbólico. No están ahí solo para embellecer el momento, sino para preparar el alma. Como señala Antonio, “la música ayuda a entrar en otro estado de conciencia, nos saca de lo cotidiano”.
Silencio, escucha y transformación interior
Uno de los momentos más destacados de la charla es cuando Brenno subraya la importancia del silencio. “No se puede interpretar música sin haber comprendido el valor del silencio”, dice. Y lo mismo sucede en masonería. Las pausas no son vacíos, sino espacios fértiles para la transformación.
Silvia añade que en las logias, el silencio no es ausencia de palabras, sino escucha activa, contemplación. “Ese tipo de escucha es muy poco frecuente fuera del templo”, apunta. La conversación revela así un paralelismo profundo entre la vivencia masónica y la práctica musical: ambas requieren disciplina, apertura y sensibilidad.
Música, valores y ética del cuidado
El episodio también aborda una cuestión de fondo: el compromiso. Para Brenno, la música y la masonería comparten un principio esencial: el cuidado de lo que se hace. “Tocar bien no es suficiente. Hay que transmitir verdad, intención, respeto por el oyente”. Esa misma ética se traslada al trabajo en logia.
Silvia y Antonio coinciden en que la música en la masonería es una forma de expresar los valores de la orden: armonía, fraternidad, belleza, equilibrio. No se trata de entretener, sino de conmover y transformar. Antonio lo resume con una imagen poderosa: “Un compás afinado y una nota justa dicen más que mil discursos”.
Una historia entre partituras y columnas
A lo largo del episodio, Brenno comparte anécdotas personales que ilustran la conexión entre su vida como músico y su camino como masón. Su mirada está atravesada por la sensibilidad, pero también por una ética rigurosa. “No se puede ser masón de verdad si uno no trabaja cada día para mejorarse. Lo mismo ocurre con la música: no hay atajos”.
Esa dedicación, silenciosa y constante, es la que convierte la experiencia artística y masónica en un camino vital. La música en la masonería se convierte entonces en metáfora de algo mayor: una búsqueda del sentido a través del arte y la fraternidad.
Cuando la belleza afina el alma
El episodio concluye con una reflexión luminosa. Silvia recuerda que “cuando una melodía resuena en logia, se crea un puente invisible entre quienes estamos presentes”. Y Antonio añade: “No sabemos por qué ocurre, pero ocurre. Hay belleza. Y hay verdad”.
Brenno, como músico y Serenísimo Gran Maestre, resume el espíritu del episodio: “Música y masonería se tocan en lo invisible. En eso que no se puede medir, pero se puede sentir”.
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