Breve historia de la masonería en el siglo XX
«Masonería, libertad y resistencia en el siglo de hierro»
Aportado por Redacción

Un siglo de desafíos y transformaciones
El siglo XX fue testigo de profundos cambios políticos, sociales y culturales que impactaron significativamente a la masonería. Desde su consolidación en las primeras décadas hasta las persecuciones bajo regímenes totalitarios y su posterior resurgimiento, la masonería enfrentó numerosos desafíos que moldearon su evolución. Este artículo ofrece un recorrido detallado por los principales acontecimientos que marcaron a la masonería durante este periodo, con especial atención a su situación en España.
La masonería a principios del siglo XX: expansión y diversidad
A comienzos del siglo XX, la masonería estaba firmemente establecida en Europa y América. En países como Francia, Italia y España, las logias eran centros de pensamiento laico y republicano. En América Latina, la masonería desempeñaba un papel activo en los círculos intelectuales y reformistas. En el mundo anglosajón, especialmente en Estados Unidos y Reino Unido, la práctica masónica era más conservadora y ritualista, pero ampliamente aceptada y numerosa.
Este periodo se caracterizó por una creciente pluralidad ideológica dentro de la masonería, con debates sobre la admisión de mujeres, el papel de la religión y la política, y la acción social. También comenzaron a consolidarse las grandes familias masónicas: por un lado, las obediencias «liberales» o «adogmáticas» —como el Gran Oriente de Francia— y, por otro, las obediencias «regularistas», encabezadas por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que rechazaban el debate político o religioso en logia.

La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias
La Primera Guerra Mundial (1914–1918) supuso una fractura en el panorama masónico europeo. Las logias, que hasta entonces habían promovido ideales de fraternidad universal, se vieron arrastradas por el fervor patriótico. Muchos masones murieron en el frente; otros vieron cómo sus talleres se disolvían o cerraban temporalmente.
Tras el conflicto, surgieron nuevos intentos de reconstrucción y acercamiento. En 1921 se fundó en Ginebra la Asociación Masónica Internacional (AMI), con el objetivo de promover la fraternidad entre obediencias liberales y contribuir a la paz. Fue una de las primeras experiencias de internacionalismo masónico organizado, aunque tuvo corta vida: se disolvió en 1950, en el contexto de la Guerra Fría.
El auge de los totalitarismos y la persecución
Uno de los capítulos más dramáticos en la historia de la masonería en el siglo XX fue la persecución sistemática por parte de los regímenes totalitarios. Tanto el fascismo, el nazismo como el franquismo —y, por motivos distintos, también el comunismo soviético— identificaron a la masonería como una amenaza ideológica.
Alemania
La llegada de Hitler al poder en 1933 supuso el inicio de una brutal represión contra la masonería. En 1935, las logias fueron oficialmente disueltas, sus archivos requisados, sus bienes confiscados y sus miembros señalados como enemigos del Estado. Muchos masones fueron incluidos en las listas negras del régimen nazi, perseguidos y encarcelados bajo acusaciones de conspiración, actividades «antinacionales» y vínculos con el judaísmo.
El Decreto Noche y Niebla (Nacht und Nebel), promulgado en 1941 por Hermann Göring, permitía la desaparición forzada de opositores políticos en los territorios ocupados, sin juicio ni información a sus familias. Varios masones activos en la resistencia fueron víctimas de este programa. Según documentación reunida en el Nuremberg Trial Documents, el régimen nazi consideraba a la masonería una red internacional que socavaba la pureza racial y moral del Tercer Reich.
Italia
En Italia, la masonería fue prohibida en 1925 por Benito Mussolini. Se promulgaron leyes que impedían la pertenencia masónica a funcionarios públicos y se asoció a las logias con el liberalismo, el judaísmo y el anticlericalismo. Aunque la represión no fue tan sistemática como en Alemania, las logias italianas desaparecieron casi por completo durante el ventenio fascista.
España
En España, la represión contra la masonería fue total durante el franquismo. Ya durante la Guerra Civil, los masones fueron perseguidos por el bando sublevado. En 1940, el régimen promulgó la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, que creó un tribunal específico para procesar a masones. Se calcula que se abrieron más de 80.000 expedientes solo por “pertenencia masónica” (cf. Leandro Álvarez Rey, La represión franquista de la masonería).
URSS y países del bloque soviético
La masonería fue eliminada tras la Revolución de Octubre de 1917, al considerársela una institución burguesa e individualista. En el conjunto del bloque soviético, su existencia fue simplemente borrada: no había espacio para formas autónomas de sociabilidad ni para espiritualidades no oficiales.
La Segunda Guerra Mundial: resistencia y clandestinidad
Durante la Segunda Guerra Mundial, la masonería desapareció formalmente de gran parte del continente europeo. Pero no se extinguió: pasó a la clandestinidad. En la Francia ocupada, los masones colaboraron con la Resistencia, y en Holanda, Bélgica y Polonia se documentan logias secretas activas.
Una de las historias más conmovedoras es la de la Logia Liberté Chérie, fundada en 1943 por masones belgas internados en el campo nazi de Esterwegen. A pesar del hambre, las torturas y las ejecuciones, los prisioneros realizaban tenidas simbólicas en una barraca, demostrando que la masonería podía sobrevivir incluso en los márgenes del horror.
El renacer tras la guerra
Con la liberación de Europa y la caída del nazismo, la masonería comenzó su reconstrucción. En Francia, el Gran Oriente y la Gran Logia de Francia reabrieron sus templos. En Bélgica, Países Bajos e Italia, muchas logias retomaron sus trabajos, aunque muchas otras nunca regresaron.
En América Latina, la masonería vivió un crecimiento importante, especialmente en México, Uruguay y Argentina, aunque la situación varió según el país y el régimen político de turno.
En Estados Unidos, la masonería no sufrió persecución y mantuvo su fuerza numérica. Sin embargo, fue una masonería más conservadora y desvinculada de los grandes debates ideológicos, centrada en la fraternidad y en las obras filantrópicas.
Masonería y derechos civiles en los años 60 y 70
La oleada de movimientos sociales que recorrió el mundo occidental entre 1960 y 1980 también alcanzó al mundo masónico. Los debates sobre derechos civiles, igualdad racial y género comenzaron a reflejarse en las logias, especialmente en las obediencias liberales.
En Estados Unidos, sin embargo, la segregación racial todavía afectaba a la masonería. Las llamadas “Prince Hall Lodges”, fundadas por afroamericanos en el siglo XVIII, no eran reconocidas por muchas grandes logias blancas. Esta situación comenzó a cambiar en los años 80, pero aún persisten desigualdades en algunos estados.
En Europa, especialmente en Francia y España, se comenzaron a admitir mujeres en muchas obediencias, y surgieron nuevas estructuras mixtas o exclusivamente femeninas.
La apertura femenina y la mixticidad
El ingreso de mujeres a la masonería fue uno de los grandes hitos del siglo XX. Aunque existían precedentes desde finales del XIX —como Le Droit Humain, fundado en 1893 por Maria Deraismes y Georges Martin—, la apertura de logias masculinas a la mixticidad fue un proceso lento.
En Francia, Bélgica, Suiza o España, a partir de los años 80 y 90, obediencias como la Gran Logia Femenina de Francia o la GLSE empezaron a marcar un nuevo camino. En España, la GLSE permitió el ingreso de mujeres en 1992, siendo pionera en un contexto aún muy tradicional.
Hoy en día, la masonería se divide en obediencias exclusivamente masculinas, exclusivamente femeninas y mixtas. Las relaciones entre ellas son complejas: muchas obediencias masculinas no reconocen a las mixtas o femeninas como “regulares”, siguiendo los criterios fijados por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Sin embargo, la pluralidad del paisaje masónico es un reflejo de la sociedad misma.
La masonería en España: represión, exilio y retorno
Durante la Segunda República (1931–1936), la masonería vivió un momento de florecimiento. Numerosos intelectuales, profesionales y funcionarios se afiliaron a logias, y la influencia masónica fue visible en los debates sobre laicismo, educación y reformas sociales. Figuras como Manuel Azaña, Diego Martínez Barrio o Blasco Ibáñez estuvieron relacionadas con talleres masónicos.
Tras el golpe de Estado de 1936, la represión fue inmediata y brutal. Franco construyó una narrativa donde masonería, judaísmo y comunismo eran enemigos internos que justificaban el autoritarismo. Los masones fueron procesados, exiliados o ejecutados. El archivo del Tribunal Especial de Represión contiene más de 80.000 fichas de presuntos masones.
Solo con la transición democrática en los años 70 y 80 comenzó la lenta recuperación. Obediencias como la Gran Logia de España (GLE) —de línea regularista—, la Gran Logia Simbólica Española (GLSE) —liberal y mixta— o la Federación española de Le Droit Humain —mixta e internacionalista— comenzaron a reorganizarse.
Hoy, la masonería española sigue siendo minoritaria, pero ha recuperado parte de su visibilidad. La actividad cultural, la divulgación y el acceso a la red han permitido un nuevo interés por el simbolismo masónico, especialmente entre jóvenes y mujeres.

La masonería al final del siglo XX
A finales del siglo XX, la masonería se enfrentaba a retos profundos: envejecimiento de sus miembros, pérdida de influencia pública, falta de comprensión social y competencia con nuevas formas de espiritualidad o activismo.
Frente a ello, muchas logias comenzaron a renovarse. Apostaron por la transparencia, abrieron sus templos para visitas, lanzaron páginas web, y promovieron foros de debate abiertos. El discurso masónico contemporáneo comenzó a hablar de “valores”, “ética”, “espiritualidad laica” y “compromiso cívico”.
La masonería, lejos de ser un anacronismo, se mostró como un espacio singular de reflexión simbólica, humanista y plural, donde personas de orígenes diversos comparten una misma búsqueda: el perfeccionamiento interior y el progreso colectivo.
Conclusión: la vigencia de una tradición transformada
La historia de la masonería en el siglo XX es la historia de una institución resiliente. Golpeada por dictaduras, estigmatizada por prejuicios, dividida por debates internos, pero siempre capaz de reinventarse.
A pesar de las persecuciones, la masonería mantuvo vivos sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Supo resistir, reconstruirse y, en muchos casos, abrirse a nuevos horizontes. Hoy, al comenzar un nuevo milenio, su misión sigue vigente: formar personas libres y comprometidas con el bien común.
Otros enlaces de interes
Álvarez Rey, Leandro. La represión franquista de la masonería. Barcelona: Editorial Crítica, 2013.
Dachez, Roger. Freemasonry: A French View. Washington D. C.: Westphalia Press, 2015.
Naudon, Paul. La franc-maçonnerie. París: Presses Universitaires de France (PUF), 1993.
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