Diversidad en masonería: un espacio para ser, pensar y construir en libertad
«Entre columnas, episodio 7»
Aportado por Mowgli
La diversidad en masonería no es una moda ni una consigna: es una necesidad para que la Orden siga siendo un lugar de crecimiento, reflexión y compromiso ético. En este episodio de Entre columnas, Silvia y Antonio conversan con el hermano Mariano y comparten un audio enviado por Cristóbal para reflexionar sobre una pregunta fundamental: ¿están nuestras logias preparadas para acoger la pluralidad de identidades, trayectorias vitales y formas de ser?
Lejos de discursos formales o declaraciones grandilocuentes, este capítulo ofrece una mirada sincera, viva y comprometida sobre los retos, avances y tensiones que atraviesan a la masonería contemporánea cuando se enfrenta a los desafíos de la inclusión y el reconocimiento.
¿Qué significa practicar la diversidad en masonería?
Mariano comienza recordando su propio camino hacia la logia: “Me preguntaba si habría sitio para alguien como yo. No solo por lo que pienso, sino por cómo soy”. Su duda resuena con fuerza. Silvia afirma: “Decimos que somos inclusivos, pero ¿lo practicamos de verdad?”. Antonio añade: “Para crecer en logia, uno debe poder llegar como es, no como se espera que sea”.
La diversidad en masonería implica dejar atrás las etiquetas, los moldes preestablecidos y las identidades normativas. No basta con admitir la diferencia: hay que acogerla, cuidarla y convertirla en riqueza colectiva.
Identidades múltiples, caminos compartidos
Cristóbal, en el audio que envía desde otra ciudad, plantea una reflexión crucial: “¿Qué pasa cuando lo que yo soy incomoda el imaginario del otro?”. Habla desde su experiencia como persona LGTBIQ+ y miembro activo de una logia. Su testimonio muestra que, aunque el discurso de la diversidad existe, no siempre se encarna con la misma intensidad en todos los talleres.
Mariano recuerda que las logias son como pequeños laboratorios sociales. “Todo lo que hay fuera, también está dentro. Pero dentro podemos aprender a mirarlo de otra manera”. Silvia destaca que muchas exclusiones son inconscientes: “A veces es una broma, una fórmula anticuada, una mirada. Todo eso excluye”.
La libertad como valor operativo de la diversidad en masonería
Uno de los grandes consensos del episodio es que la libertad es clave. Pero no una libertad abstracta, sino concreta, encarnada en las decisiones y actitudes cotidianas. Mariano lo expresa así: “Libertad no es solo pensar distinto. Es poder existir distinto, sin miedo”.
Silvia lo vincula con la tradición ilustrada: “La Ilustración hablaba de razón, sí. Pero también de emancipación. Y eso solo es posible si nadie se queda fuera”. Antonio pregunta: “¿Somos capaces de escuchar al otro sin prejuicios, incluso cuando no entendemos del todo su experiencia?”
La diversidad en masonería solo se vuelve real cuando se practica como un principio activo, no como un adorno o una declaración vacía.
Interseccionalidad: una nueva mirada para el trabajo masónico
Cristóbal propone pensar en una “masonería interseccional”, que reconozca que las personas no llegan al templo con una sola identidad. “Soy gay, pero también migrante, hijo de obreros, lector. Todo eso me atraviesa”, explica.
Mariano celebra esta idea: “Si la masonería nos enseña a mirar con herramientas simbólicas, ¿por qué no aplicarlas también a nosotros mismos?”
Antonio sugiere que el mosaico del suelo masónico cobra aquí un nuevo sentido: “No solo blanco y negro. También todas las formas, matices y combinaciones posibles”.
Una tarea pendiente: coherencia entre discurso y práctica
Silvia reconoce que hay talleres donde la diversidad en masonería se queda en palabras. “Nos decimos abiertos, pero a veces nos incomoda quien rompe lo habitual”. Mariano insiste: “No se trata de imponer nada. Solo de dejar espacio para que el otro sea”.
Cristóbal concluye: “Escuchad de verdad. No para responder, sino para comprender”. Esa escucha activa, honesta y transformadora es el verdadero núcleo del trabajo masónico en torno a la diversidad.
El mosaico somos todos
Como colofón, el episodio invita a pensar la logia como un espacio inacabado, en construcción. El mosaico —con sus piezas distintas, sus líneas tensas, su equilibrio dinámico— se convierte en símbolo vivo de lo que debería ser la diversidad en masonería: un lugar donde cada piedra encuentra su sitio sin necesidad de pulirse hasta la uniformidad.
Pero esa diversidad no es solo cuestión de representación, sino de relación. No basta con que haya diferencias: hace falta que esas diferencias convivan, dialoguen, se escuchen. La masonería, si quiere estar a la altura de su tiempo, debe hacer del mosaico un principio activo. Porque solo reconociendo la riqueza que aporta cada singularidad, se puede construir una fraternidad real, viva, transformadora.
🔊 Escucha el episodio completo de Entre columnas y acompáñanos a pensar juntos cómo construir una masonería donde cada persona, sea como sea, tenga su lugar para crecer y contribuir.
Puedes escuchar el pódcast completo en IVOOX.
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