Robert Baden-Powell fundador del movimiento scout.

Escultismo y masonería

«Un camino paralelo hacia la formación del ser humano»

 

Aportado por Mowgli

Mi vida en el escultismo comenzó a los 12 años, movido por un espíritu aventurero que me llevó a unirme a un grupo scout de mi localidad. Sin saberlo, aquel paso marcaría un antes y un después en mi vida, pues fue el comienzo de un proceso formativo que se extendería hasta la adultez. A través del escultismo, descubrí un espacio único donde compartir experiencias con otros niños y niñas de mi edad. Convivíamos también con adolescentes y jóvenes adultos que actuaban como grandes referentes. Me encontraba en un espacio donde prender valores y enfrentar desafíos que difícilmente encontraría en otros entornos. Fue un lugar donde crecí no solo como persona, sino también como miembro de una comunidad que fomenta la cooperación y la responsabilidad social.

Mis padres, que compartían la visión de que el escultismo era un espacio positivo para el desarrollo de jóvenes, me apoyaron en mi decisión. Ellos comprendieron que el escultismo no solo ofrecía formación y actividades recreativas, sino que también creaba un sentido de pertenencia y comunidad. Así, mi crecimiento dentro del movimiento scout fue acompañado de la reflexión sobre mi lugar en el mundo y mi conexión con los demás.

El paso a la masonería

A lo largo de los años, ese impulso por la aventura y el deseo de encontrar un propósito en la vida me llevaron a la masonería. Si me decidí a dar el paso de llamar a las puertas de la Orden fue, en primer lugar, porque los altos valores representados por la masonería me eran profundamente familiares. El escultismo, como movimiento educativo, es un fiel reflejo de su hermana mayor, la masonería. El segundo factor, y no menos importante, es que di con la masonería, liberal, mixta y a dogmática,  representada en España por la GLSE.  Fue en este nuevo espacio donde experimenté la fraternidad y la libertad con una perspectiva intelectual. La masonería, al igual que el escultismo, representa un lugar donde se fomenta el crecimiento personal, pero en un nivel más introspectivo. Mientras que el escultismo me enseñó a ser un miembro activo de la sociedad, la masonería me brindó las herramientas para desarrollar mi identidad como individuo libre, comprometido con la mejora continua.

Ambos movimientos comparten una base común: la formación del ser humano en su totalidad, tanto en su dimensión personal como social. El escultismo, con su enfoque en la acción y el trabajo en equipo, se basa en la educación a través de la práctica, en la que los miembros son responsables de su propio aprendizaje y de contribuir al bienestar de la comunidad. De hecho, uno de los valores más importantes del escultismo es la responsabilidad, tanto en lo individual como en lo colectivo, con el compromiso de dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos.

Detalle de mandil masón en vidriera de cristal.

Educación a través de la acción y el trabajo interior

La masonería, por su parte, tiene una dimensión especulativa, más orientada hacia el trabajo interior y el perfeccionamiento personal. En ella, los miembros se enfocan en la construcción de su “piedra bruta”, un símbolo del potencial humano que debe ser moldeado a través del conocimiento y la reflexión. A diferencia del escultismo, la masonería no busca necesariamente un impacto directo y visible en la sociedad, sino que se enfoca en la transformación personal de sus miembros para que, de manera individual, puedan contribuir al bienestar de su entorno.

La relación entre escultismo y masonería es, en muchos casos, complementaria. El escultismo forma a los individuos para que sean ciudadanos activos, responsables y comprometidos con su comunidad, mientras que la masonería los guía en su desarrollo personal y les proporciona las herramientas para lograrlo desde una perspectiva más filosófica y especulativa. En mi caso, el paso del escultismo a la masonería no fue un cambio radical, sino una continuidad en mi proceso de formación, aunque en diferentes niveles.

Vidriera donde podemos ver simbología del movimiento scout.

”En el escultismo todo es democracia, se trabaja la diferencia para hacernos iguales.”

Diversidad y pluralidad en ambos movimientos

Ambas instituciones también se distinguen por su enfoque inclusivo. El escultismo, a lo largo de su historia, ha logrado adaptarse a las necesidades de la sociedad, permitiendo la participación de personas de diferentes religiones y creencias. La diversidad dentro del movimiento scout es un valor fundamental, ya que permite a los miembros aprender a convivir y respetar las diferencias. De igual manera, la masonería, aunque históricamente asociada a ciertas tradiciones, ha ido abriéndose a nuevas perspectivas, permitiendo la entrada de hombres y mujeres de diferentes culturas, orígenes y creencias.

Un aspecto común entre escultismo y masonería es la práctica de la democracia interna. En el escultismo, los grupos scout funcionan de manera participativa, donde los miembros tienen voz y voto en las decisiones que afectan al grupo. Esta vivencia del hecho democrático se convierte en una lección constante sobre la importancia de la participación activa y el respeto por las opiniones ajenas. La masonería, aunque más centrada en el trabajo interior, también promueve la democracia en sus rituales y en la elección de sus líderes, basándose en el principio de que todos, sin importar su jerarquía o antigüedad, son iguales.

Una evolución constante para adaptarse a la sociedad

Mi experiencia en ambos movimientos ha sido, sin lugar a dudas, transformadora. El escultismo me proporcionó las bases de mi formación como ser social, mientras que la masonería me ha ofrecido las herramientas para profundizar en el conocimiento de mí mismo y de mi entorno. Ambas organizaciones, aunque diferentes en su naturaleza, se complementan y enriquecen mutuamente, cada una contribuyendo de manera única a la construcción de mi identidad.

En cuanto al futuro, creo que tanto el escultismo como la masonería deben seguir evolucionando. Ambas deben ser capaces de adaptarse a las nuevas realidades sociales y educativas, sin renunciar a sus principios fundamentales. En un mundo que avanza rápidamente, es crucial que estas organizaciones sigan siendo espacios de crecimiento personal, reflexión y compromiso social.

Escultismo y masonería, con sus valores de fraternidad, respeto, libertad y democracia, continúan siendo, para mí, dos caminos paralelos que se enriquecen mutuamente y que forman una parte esencial de mi vida. Ambos, en su manera única, siguen marcando mi recorrido, ayudándome a ser un mejor ser humano y un miembro activo de la sociedad.

Origen del texo

 

  • Este texto es un extracto del epílogo firmado por Mowgli (nombre simbólico) del libro, «Jóvenes scouts y francmasones adultos», que reseñamos en esta web y que puedes leer leer siguiendo el enlace del título. 

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