La vida masónica cotidiana: entre el compromiso y la fraternidad
«Los masones y su vida diaria, episodio 15»
Aportado por Redacción
Vivir la masonería cada día
En este episodio del pódcast Entre columnas, Silvia y Antonio conversan con Pilar, veterana hermana de la Logia Renacimiento (Madrid) y actual miembro de Ars Vivendi (Salamanca), con más de veinte años de experiencia. Pilar nos ofrece una mirada lúcida y cercana sobre lo que implica la vida masónica cotidiana, alejada de tópicos y más centrada en el compromiso real de cada día.
La vida masónica cotidiana no es una idealización ritual ni una postal simbólica. Es un trayecto profundo y humano, lleno de contradicciones, alegrías y desafíos, que transforma sin prisa pero sin pausa a quienes lo recorren.
Ser masón es ser imperfecto… y seguir caminando
La conversación rompe con estereotipos elitistas. Lejos de figuras inalcanzables, los masones reales —como Pilar— tienen días buenos y malos, se equivocan, aprenden, ríen y se apoyan. La vida masónica cotidiana es un ejercicio constante de escucha, humildad y reconstrucción. La logia no es un refugio de perfección, sino un espacio donde se trabaja para mejorar, empezando por uno mismo.
Tiempo, compromiso y verdad compartida
En palabras de Pilar, la masonería no es “para cuando te sobre el tiempo”. La vida masónica cotidiana implica esfuerzo emocional, entrega, disciplina personal y compromiso con la palabra dada. Hay que acudir, participar, contribuir. Y también abrirse: compartir vulnerabilidades, aprendizajes y dudas.
Este esfuerzo simbólico y emocional crea lazos fraternos reales. Como se señala en el sitio de la Gran Logia Simbólica Española, la masonería contemporánea es una escuela de libertad, pero también de responsabilidad.
La masonería como herramienta de transformación personal
No se trata solo de asistir a reuniones. En la vida masónica cotidiana, cada paso cuenta: preparar una plancha, participar en una tenida, escuchar con atención, aceptar críticas con humildad. Este ritmo de trabajo interior va forjando una identidad, una presencia en el mundo más consciente y comprometida.
Fraternidad, sentido y alegría compartida
Pilar tiene 78 años. Y cuando habla de su logia, lo hace con la alegría de quien se reencuentra cada semana con un grupo de afinidad profunda. La vida masónica cotidiana no la cansa: la revitaliza. En tiempos de prisas y desconexión, la logia representa para ella —y para tantos otros— un espacio de sentido, comunidad y cuidado mutuo.
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